… y esa es la parte mas difícil, por supuesto. Pero no estamos hablando de otro sistema social sin mas aquí, estamos hablando de una transformación total de las relaciones humanas – no te engañes, nada que apunte más bajo va a conseguir resolver los problemas que nuestra especie afronta hoy en día. Hasta que podamos conseguir esto, la violencia y los destrozos inherentes a nuestras relaciones basadas en el conflicto continuarán intensificándose, y ninguna ley ni sistema será capaz de protegernos.
En un arreglo social que busque realmente el mejor interés para cada uno de sus participantes, la amenaza de exclusión debería ser suficiente como para desanimar los comportamientos más destructivos o irrespetuosos. Incluso cuando es imposible de evitar, la exclusión es ciertamente un enfoque más humanitario que las prisiones o las ejecuciones, que corrompen a la policía y los jueces casi tanto como amargan a los criminales. Aquellos que rehúsan respetar las necesidades de los otros, los que no se integraran a sí mismos en ninguna comunidad, pueden verse expulsados de la vida social – pero eso todavía es mejor que el exilio en el hospital psiquiátrico o en el corredor de la muerte, dos de las posibilidades que esperan a tales personas hoy en día en ciertos lugares del primer mundo.
La autonomía necesita que actúes por ti mismo: que en lugar de esperar peticiones para pasar por los canales establecidos, solo para acabar atascado en papeleo y negociaciones de nunca acabar, establezcas tus propios canales.
Si quieres que los hambrientos tengan comida que comer, no le des dinero a organizaciones de caridad burocráticas: encuentra donde hay comida que se va a desperdiciar, recógela, y compártela.
Varios grupos autónomos independientes pueden trabajar juntos en federaciones sin que ninguno de ellos ejerza autoridad. Tales estructuras suenan utópicas, pero pueden de hecho resultar bastante prácticas y eficientes. El envío postal internacional y los trayectos en tren, ambos trabajan bajo este sistema.
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Para ser libre, debes tener control sobre tu entorno inmediato y los asuntos básicos de tu vida. Nadie está más cualificado que tu para decidir como debes vivir; nadie debería ser capaz de votar sobre qué es lo que haces con tu tiempo y tu potencial a menos que les invites a hacerlo. Reclamar esos privilegios para ti mismo y respetarlos en los otros es cultivar la autonomía.
La toma de decisiones por consenso ya se practica alrededor del globo, desde comunidades indígenas en América Latina y grupos de acción directa en Europa hasta cooperativas de agricultura ecológica en Australia. En contraste a la democracia representativa, los participantes toman parte en el proceso de toma de decisiones, de forma continuada y ejerciendo control real sobre sus vidas cotidianas.
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