Sólo puedes tener poder ejerciéndolo, solo puedes aprender cuáles son tus intereses implicándote en ellos. La clase política hace una carrera de pretender representar a otros, como si la libertad y el poder político pudiera obtenerse por delegación; de hecho, son una clase sacerdotal que responde solo ante sí misma, y su propia existencia es prueba más que suficiente de nuestra privación del derecho de representarnos.
La libertad es una cualidad de una actividad, no una condición que exista en un vacio. Es una recompensa por ganar diariamente, no una posesión que pueda ser mantenida en el sótano. No puedes sacarla periódicamente, ni abrillantarla para los desfiles. La verdadera libertad no tiene nada que ver con ir a votar; ser libre no significa simplemente ser capaz de elegir entre un puñado de opciones, sino participar activamente en establecer las opciones en primer lugar.
No, no pueden..
Ser Presidente significa ocupar una posición de poder jerárquico, tanto como ser billonario: por cada persona que es Presidente, tiene que haber millones que no lo son. No es coincidencia que los billonarios y los presidentes tienden a frotarse las manos; ambos existen en un mundo privilegiado, fuera del alcance del resto de nosotros. Hablando de billonarios, nuestra economía no es precisamente democrática -el capitalismo distribuye los recursos en proporciones absurdamente desiguales, y tienes que comenzar con recursos si quieres llegar a ser elegido alguna vez.
Si la libertad por la que tantas generaciones han luchado e incluso perecido tiene su mejor ejemplo en un hombre en una cabina de votación, metiendo una papeleta un sobre y el sobre en una urna, antes de volver a trabajar en un entorno no más bajo su control de lo que estaba antes, entonces es que la herencia que nuestros bisabuelos emancipadores y nuestras abuelas sufragistas nos han dejado es nada más que una farsa, un vil sustituto de la libertad que buscaban.
Esperad Resistencia 