Nadie puede representar tu poder y tus intereses por ti:

Sólo puedes tener poder ejerciéndolo, solo puedes aprender cuáles son tus intereses implicándote en ellos. La clase política hace una carrera de pretender representar a otros, como si la libertad y el poder político pudiera obtenerse por delegación; de hecho, son una clase sacerdotal que responde solo ante sí misma, y su propia existencia es prueba más que suficiente de nuestra privación del derecho de representarnos.

Votar en unas elecciones es una expresión de nuestra falta de poder:

Es una admisión de que solo podemos aproximarnos a los recursos y las capacidades de nuestra propia sociedad a través de la mediación de esa extraña clase sacerdotal que son los políticos. Cuando les dejamos prefabricar nuestras opciones por nosotros, cedemos el control de nuestras comunidades a esos políticos del mismo modo en que cedemos el control de la tecnología a los ingenieros, el cuidado de la salud a los doctores, y el control de nuestros entornos vivos a los expertos en la planificación de las ciudades y a los inversores inmobiliarios privados. Terminamos viviendo en un mundo que es extraño a nosotros, incluso a pesar de que está construido con nuestro esfuerzo, porque hemos actuado como sonámbulos hipnotizados por el monopolio que nuestros líderes  y especialistas mantienen sobre la capacidad de establecer las posibilidades.

Pero no tenemos que elegir simplemente entre candidatos presidenciales, alcaldes y concejales, marcas de refrescos, programas de televisión o ideologías políticas

Podemos tomar nuestras propias decisiones como individuos y comunidades, podemos fabricar nuestras propias bebidas deliciosas y nuestras propias estructuras, nuestro propio poder, podemos establecer una nueva sociedad sobre la base de la libertad y la cooperación.

Sí, pero… ¿¿¿cómo???